viernes, 20 de octubre de 2017

A una nariz pegado.







Hombre ingenioso y mordaz, Quevedo dedica este soneto a un poeta contemporáneo, gran exponente del culteranismo, con el que guarda una relación de rivalidad digna de Mozart y Salieri. 




El poema se convierte en un reconocido ejemplo de hipérbole literaria.
Esta enemistad entre autores que antiguamente se saldaba con la espada o con la pluma, se ha convertido hoy en una estrategia publicitaria, bastante útil, empleada en géneros musicales como el rap.

Y tú, ¿crees que su nariz era tan grande?



Te invito a descubrir el nombre del Nariz-hombre.






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